domingo, 26 de febrero de 2012

Entrevista a Guillermo Galván, autor de "Sombras de mariposa"





Hace unos días tuvimos el privilegio de entrevistar a Guillermo Galván (Valencia, 1950), autor de numerosas obras todas ellas premiadas, como su última novela Sombras de mariposa ganadora del III Premio Hislibris de Novela Histórica 2011.

Su novela se centra en el reinado de Leovigildo y sus dos hijos Hermenegildo y Recaredo. Un punto de la historia un poco oscuro y no muy conocido que a través de su protagonista Wilya  vamos a conocer y a vislumbrar aspectos que no conocíamos hasta el momento. Narrada en primera persona, Wilya cuenta las aventuras y desventuras de estos reyes y su propia cruzada, ya que nuestro protagonista sufre un accidente en su infancia que lo deja lisiado, lo que le impide alcanzar la menta de todo visigodo, ser un guerrero. La novela de Galván narra la vida en mayúsculas, la superación personal día a día y la lucha por su supervivencia en un mundo oscuro donde conviven tres religiones, venganzas y luchas familiares por alcanzar el trono.

- Guillermo debido a tu profesión has escrito mucho a lo largo de tu vida pero, ¿cuáles fueron los verdaderos motivos que te llevaron a adentrarte en el mundo de la literatura?
Desde niño me sentí atraído por la escritura, y seguramente ese es el motivo de haber elegido el periodismo como profesión. A este respecto es difícil saber si fue primero el huevo o la gallina. En todo caso, la novela permite un juego imaginativo que le está vedado al periodismo, sobre todo al periodismo de agencia, que es el que he ejercido en la mayor parte de mi carrera. Al final, después de muchos años llamando a la puerta, la imaginación termina abriéndola por su cuenta.
- La novela histórica es un género al cual muchos consideran mediocre y sus lectores y autores rayan la categoría de necios, ¿qué opinión te merece este género?
Me parece una visión bastante fundamentalista y, por lo tanto, necia. No creo que se pueda juzgar a los géneros de modo global, sino a las obras de forma individualizada, y una novela es buena o menos buena en sí misma, no en función del género al que se le adscriba por razones comerciales o archivísticas.  
- Sombras de mariposa es una novela que se ubica en la España visigoda, concretamente en el siglo VI, un periodo oscuro de nuestra historia el cual es más conocido por la famosa "lista de los reyes godos" que por su historia, la cual como hemos podido leer en tu novela es más que interesante porque sienta las bases de un nuevo concepto de estado, ¿por qué te decidiste por este periodo histórico?
Siempre me intrigó el episodio de la muerte de Hermenegildo supuestamente ordenada por su padre Leovigildo. No me resultaba creíble la versión de que los hechos sucedieron por haberse confirmado el hijo como católico trinitario, tal y como nos enseñaban en el colegio y sostenía la historiografía tradicional. Investigué la época en las fuentes originales y en los historiadores posteriores y llegué a la conclusión de que las cosas habían sucedido de forma muy distinta, de que no se trató de un conflicto propiamente religioso, sino político, y que tal vez el propio Leovigildo nada tuvo que ver en el desenlace. Ese detalle, suficientemente dramático desde el punto de vista narrativo, fue el disparador de mi interés inicial; luego, durante la investigación, descubrí que se trata de una época decisiva que ha marcado el devenir de este país a lo largo de los siglos hasta la fecha de hoy.

- Antes de profundizar en la novela, nos puedes contar cómo fue el proceso de documentación, porque supongo que no sólo fue histórico, el cual es esencial y en tu novela se transmite la profundidad del mismo; sino teológico por el conflicto que se respira entre las tres religiones que conviven, filosófico, médico en algunos casos. ¿Cuáles fueron tus principales fuentes?
Pasé ocho años documentándome antes de atacar la historia. Las fuentes fundamentales desde el punto de vista histórico son los cronistas de la época: Isidoro de Sevilla, Juan de Bíclaro y Gregorio de Tours. En un apéndice de la novela figura una amplia bibliografía de autores antiguos y modernos para quien esté interesado en profundizar. En cuanto a otros aspectos, como el teológico, resulta relativamente sencillo ubicarse en la posición católica trinitaria de la época porque la documentación es amplia. Más complicado es investigar las posiciones cristianas unitarias teniendo en cuenta que, una vez derrotadas, sus defensores fueron sistemáticamente silenciados y sus obras eliminadas; baste con decir que el término arriano que nos ha quedado como denominación de esta rama del cristianismo es despectivo, porque ellos se llamaban católicos a sí mismos. Así que es necesario acudir a sus detractores para saber cómo pensaban, y el resultado es bastante sustancioso. Desde el punto de vista médico, Hipócrates y Galeno son las referencias de la época, a los que he sumado la opinión de profesionales de la medicina o la psicomotricidad.

- De tu novela me gustaría destacar varios aspectos, uno de ellos es el protagonista Wilya, el cual  vemos sufre mucho por su condición física que le persigue toda su vida y le condiciona en una sociedad en la cual ser guerrero era la salida natural. Esa angustia vital que le persigue lo plasmas y lo reflejas en tu novela, y esa lucha de superación por parte del protagonista, ¿podrías hablarnos un poco  del personaje desde tu punto de vista?
Desde el primer momento tenía muy claro que el protagonista tenía que ser ficticio. No quería escribir una biografía novelada de Leovigildo o de alguno de sus hijos. Un personaje de ficción te permite un distanciamiento que considero necesario a la hora de afrontar los hechos históricos. Pero tenía que ser lo suficientemente cercano a los personajes principales de esos hechos como para ofrecer un testimonio fiable. De ese modo concebí un sobrino del rey Leovigildo, hijo de su fallecido hermano el rey Liuva, y poco más pequeño que sus primos Hermenegildo y Recaredo.  Su accidente (no es spoiler: se narra al principio de la novela) es el eje en torno al cual gira su vida y que da sentido al título de la novela, tanto desde el punto de vista real como metafórico. Wilya es un testigo, un testigo activo que participa de la que podríamos llamar historia oficial, y que al mismo tiempo tiene su propia y personalísima historia personal.
-Wilya es el narrador protagonista de esta historia, pero es un personaje de ficción, sin embargo está basado en una persona que firmó su escrito como “Manoseca”, ¿tanto le condicionó ese mote?
La Nota Final forma parte de la novela, de modo que Manoseca es tan ficticio como Wilya; en realidad, un alter ego del protagonista. Se trata de un juego cervantino entre ficción y realidad que a más de uno ha llevado a pensar que se trata de un documento auténtico. Respecto al mote, imaginemos un mundo como aquél, donde el único sentido de un varón perteneciente a la nobleza es la vida militar, y que un accidente lo deja tullido a los diez años. Es un elemento dramático que otorga al personaje una visión muy distinta de la vida y al tiempo le abre imprevistas posibilidades de futuro. 
- En tu novela aparecen diversas figuras históricas, Leovigildo que fue un gran monarca, Hermenegildo considerado mártir con la cristiandad o Recaredo, el cual es un gran desconocido porque fue el monarca que se convirtió al catolicismo convirtiéndola en la religión del estado, y a pesar de ello tiene en Valencia una pequeña calle, ¿con tu novela pretendes que se conozcan estas figuras y su verdadera historia?
Sombras de mariposa es una novela, pero con una enorme dosis de historia en y entre sus líneas. Como novelista, y basándome en documentos de la época, he intentado reinterpretar a cada uno de esos personajes, y creo no pecar de falta de humildad si digo que los de la novela son mucho más creíbles que los que nos ha venido ofreciendo la historiografía oficial hasta casi el último cuarto del siglo XX. Leovigildo fue seguramente el último rey auténticamente visigodo, porque fue el último rey arriano y, despojado del arrianismo, de su concepto de independencia entre poder político y religioso, los visigodos iniciaron su descomposición. Hermenegildo fue un ambicioso impaciente y mal aconsejado. Y a Recaredo le corresponde el dudoso honor de haber instaurado lo que hoy llamamos nacional-catolicismo.
Leovigildo tomó una decisión respecto a su hijo muy grave que posteriormente lo pagó muy caro, desde tu perspectiva, ¿por qué crees que actuó así?
Hermenegildo se proclama rey contra un rey legal, su padre, y a ese grave delito añade uno mucho más serio, si cabe: emitir una moneda en la que presenta a Dios como garante de su derecho. Visto hoy, puede parecer una anécdota, pero para un visigodo la única legitimidad real llegaba de la asamblea de nobles que lo elegía; ni Dios ni nadie podía sustituirla. Hasta Isidoro de Sevilla, católico como Hermenegildo, considera a éste un tirano. Tras una larga guerra civil, Hermenegildo es apresado, y su padre no lo trata como a un usurpador. Para éstos,  la tradición visigoda exigía tres tipos de castigo, a menudo aplicados conjuntamente: la amputación de la mano diestra, o de ambas manos; la decalvación, es decir la eliminación del cuero cabelludo; y la imposición forzosa de las órdenes religiosas menores. No sólo se hacía como castigo físico o moral, sino para prevenir el riesgo de una segunda intentona, porque nadie podía ser rey si le faltaba la mano diestra, si carecía de cabellera o si era clérigo. Leovigildo, por el contrario, se limita exiliar a su hijo a Valencia con la asistencia de un único siervo. Los motivos de una sentencia tan liviana hay que buscarlos, supongo, en el amor paterno, porque de haber sido otro el rebelde, sin duda se habría cumplido la norma, tal y como demostró pocos años después Recaredo con quienes se levantaron contra su alianza con el catolicismo trinitario.
- Respecto a las batallas, las cuales no podían faltar en tu novela siendo que se desarrolla en una sociedad guerrera por excelencia aparecen los  combates singulares. ¿Podrías explicarnos en qué consistían y con qué fin se llevaban a cabo?
Nada tenían que ver esos combates con los que ha popularizado el cine. Era una forma de demostrar valor y pericia ante los suyos y de asustar al enemigo, una actitud que hoy calificaríamos de fanfarrona o insolente. No se trataba de peleas en las que se decidiera el balance de una batalla, sino una especie de “calentamiento”. Los más acalorados de cada bando retaban a quien deseara recoger el guante, y en esa pelea individual quedaba todo; el resultado podía tener efecto sobre la moral de ambos bandos, pero no era ni mucho menos determinante.
- En un momento dado Wilya tiene que cortarse el cabello, con una gran zozobra dentro de él, ¿qué significado tenía para los godos llevar el pelo largo? ¿Esto nos recuerda un poco al pasaje bíblico de Sansón, crees que esta concepción del cabello largo podría estar relacionada con el pasaje bíblico?
Esa tradición goda es muy anterior al momento en que les llegaran noticias del personaje bíblico. La cristianización de los godos se produce en torno al 332, y su historia es mucho más antigua. La melena y la barba eran distintivos de nobleza y de identidad, como lo eran también entre los pueblos germánicos. Hasta el punto de que una ley te permitía dar muerte a quien te hubiera cortado el pelo contra tu voluntad. Incluso entre el clero existía esa distinción en la Hispania de finales del VI: los sacerdotes hispanorromanos llevaban el pelo corto, se afeitaban, y la tonsura les ocupaba buena parte de la cabeza, mientras que los godos mantenían su pelo largo y su poblada barba, y su tonsura era más discreta.
- Algunas personas evocan el mundo medieval de los visigodos como un mundo bárbaro e inculto, pero esto no es así como se refleja en tu novela, y como hemos comentado con anterioridad en el proceso de documentación. ¿Podrías hablarnos un poco de cómo se vivía la cultura entonces? Porque por ejemplo me ha llamado la atención Agali, una especie de centro de estudios y la relación que tenían allí todos, especialmente la figura de Koenraad o Isidoro de Sevilla de joven.
Esa evocación se hace siempre respecto al mundo romano, y es evidente que en la comparación salen perdiendo los siglos posteriores. Sin embargo, no era tan negro el panorama como lo pintan. Basta un ejemplo para demostrarlo: el rey Sisebuto, una docena de años después de los hechos narrados en Sombras de mariposa, escribía poemas y discutía epistolarmente con Isidoro de Sevilla, la lumbrera cultural del momento, sobre la forma de la tierra; Sisebuto, basándose en clásicos, la consideraba esférica, mientras que el gran erudito la creía un disco plano. Es evidente que un rey así no se improvisa, tiene que haber un ambiente que lo propicie. Y ese ambiente existía; reservado a las élites, por supuesto, tanto visigodas como hispanorromanas, pero existía. En cierto modo, el esquema de una población ajena a la cultura frente a un grupo selecto educado se mantuvo prácticamente hasta la Ilustración, así que, desde ese punto de vista, sería injusto limitar el título de siglos oscuros a los primeros de la Alta Edad Media.
El monasterio de Agali podría ser otro ejemplo; levantado por el rey Atanagildo en una villa de su propiedad, se convirtió a lo largo de muchos años en semillero cultural y origen de otros monasterios, como el de Sopetrán. Por cierto, la estancia de Isidoro en Agali es pura ficción, porque no existen datos que lo avalen, aunque no sería de extrañar que hubiera tenido acceso a las bibliotecas más importantes del reino, entre las que figuraba la agaliense.
También podríamos hablar de legislación, un elemento que define cierto nivel cultural en una sociedad. Y los visigodos, notablemente romanizados, eran el único de los llamados pueblos bárbaros que contaba con leyes escritas, revisadas de cuando en cuando en función de la realidad social. Leovigildo fue, precisamente, uno de esos renovadores legislativos.
- Wilya parece aficionarse mucho en el monasterio de Agali a un juego llamado chaturanga, ¿tiene alguna relación con el ajedrez? Porque recordemos que el ajedrez es un juego que traerán los árabes a la Península Ibérica, pero parece que la chaturanga sea "primo hermano" de éste. Podrías hablarnos un poco de este tema y aclarar nuestras dudas Guillermo.
El chaturanga es el precedente del ajedrez. En cierto modo, el ajedrez es chaturanga jugado entre dos rivales, en lugar de los cuatro originales; éstos jugaban en equipo, dos contra dos, y cada uno disponía sus ocho piezas en un rincón del tablero. Cuando uno de ellos perdía su rey, el resto de las piezas pasaban a formar parte del jugador aliado. Éstas eran muy parecidas a las que hoy conocemos, y también sus movimientos, aunque hay un matiz importante que separa ambos juegos: el azar. Mientras los movimientos del ajedrez dependen exclusivamente de la libre voluntad del jugador, en el chaturanga se utilizaba un dado, que determinaba qué piezas podían ser movidas. El chaturanga entre dos jugadores, con las dieciséis piezas desplegadas (ocho propias y otras tantas del inexistente aliado, cuyos rey y reina se reconvertían) es el germen del ajedrez que nos llegó siglos después.
- En cuanto a la lengua, existe un gran vacío en este periodo a lo que se refiere a fuentes documentales, por lo que resulta muy difícil establecer la lengua que hablaban las personas ya que  el godo se había perdido prácticamente. ¿Qué idiomas prevalecían entonces?
Los visigodos hablaban ya latín antes de asentarse en Hispania; y en el siglo VI era un latín vulgar, tan vulgar como el que se empleaba en ese momento en la vieja Roma. La lengua goda era inicialmente sólo un lenguaje hablado, hasta que el obispo Wulfila, a quien se considera autor de la conversión goda al cristianismo arriano, inventó un alfabeto para poder escribirla. A finales del siglo VI en Hispania, el godo estaba prácticamente limitado a la liturgia, de forma que se recitaban preces memorizadas en godo sin que los orantes supieran realmente lo que estaban diciendo; algo parecido a lo que sucedió con la misa católica hasta los sesenta del siglo pasado, cuando los feligreses repetían cada domingo párrafos en latín sin conocer su significado. La lengua goda escrita fue eliminada en Hispania tras el III Concilio de Toledo, en el que Recaredo selló su pacto de intereses con la jerarquía católica. Los textos arrianos fueron sometidos a la prueba del fuego y, naturalmente, desaparecieron. El único vestigio de lengua goda escrita que se conserva está la universidad de Uppsala, un evangelario elaborado en Rávena en torno a 520.
- Para finalizar, ¿qué te supuso ser el ganador de Premio Hislibris? Nos puedes adelantar algo de tus próximos proyectos.
Una sorpresa, sinceramente. Y una alegría, por supuesto, incrementada precisamente por lo inesperado. Yo no tenía contacto alguno con ese magnífico grupo; fui invitado a un coloquio en su sede madrileña para charlar sobre la novela, junto a otros dos escritores que hacían lo propio con su obra. Fueron un par de horas amenas, cercanas e instructivas, que me permitieron conocer a verdaderos expertos y entusiastas de la novela histórica. Meses después, supe que Sombras de mariposa figuraba entre las finalistas. Hice un viaje relámpago a Valencia para asistir al acto anual y allí me enteré de que el Celedonio de Novela Histórica era para mí. Fue tan imprevisto que apenas tuve ocasión de agradecerlo como merecía, porque mi AVE salía de inmediato.
En cuanto a los proyectos, ahora mismo estoy metido de lleno en una novela épico-fantástica, territorio que me resulta apasionante y novedoso, y a la espera de respuesta editorial para un thriller psicológico.  
Muchas gracias por tu colaboración Guillermo, espero que hayas disfrutado de esta entrevista tanto como yo y que dentro de poco pueda leer alguna de tus nuevas novelas.
Ha sido un placer. Gracias a ti, y mucho ánimo: la creación narrativa necesita de esfuerzos voluntarios como el tuyo, de personas que vivan la literatura y la ofrezcan a los demás con alegría.


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